Puedo sentirte tan cerca que ni siquiera noto el invernal frío que arropa a la ciudad, con una mano amarradita a mi cintura y la otra en mi pierna izquierda. Yo me presento ausente y tú me dejas caer una miradita apenada por ello. Una miradita que también es culpable, aunque no se te atribuya el pecado. Yo levanto la cabeza y dezido mirarte, con la poca suerte que tu mirada ya no me pertece, ahora está lejana de todo aquello, perdida, hundida en una comisura entristezida de los labios de aquél día. No dijimos nada, pero yo te sentí inmenso.
sábado, 2 de enero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Qué bonito.. :]
ResponderEliminarTe sigo, ¿vale?
Un beso ^^ & Feliz 2010.
me encanta tu blog.
ResponderEliminarvolveré!
Parece que hoy en el menú había esperanza..
ResponderEliminarTe.persigo.
Muuuuas
Precioso blog amig, una pasada... Te seguiré la pista desde mi Palabrafernalia... Besos y mordiscos
ResponderEliminar