jueves, 6 de mayo de 2010

Más sutilezas.

Ya había caminado por oriente y había amanecido por occidente. Me había paseado por las constelaciones y volado por varias galaxias. De no ser por el reposabrazos del sillón habría sido un polvo perfecto. Si ya decía yo, que cuando hay amor todo es diferente. Éramos uno cada noche y amanecíamos medio cada mañana; nos desgastábamos a lametazos.
Le comía las ideas como él a mí la boca. Nuestras lenguas no pactaban tregua, sus besos sabían a vainilla y a canela.
Mi mano se deslizaba por su pecho, bajaba y yo subía como la espuma, hasta tocar el cielo. Noté su calor y sus dedos perdiéndose en mi espalda. Y entre susurros… “Acaríciame el alma”.




7 comentarios: